Era una gotita fastidiada de la vida...

Está lloviendo. Toda mi vida he odiado la lluvia. No es que me hubiese gustado nacer en un país tropical al lado de la playa y vivir toda mi existencia en bikini, pero el sólo hecho de pensar en ponerme medio ropero para capear el frío y después cargar con 15 kilos de ropa mojada por la calle me hace pensar en el suicidio.
Por eso siempre me he deprimido cuando llueve, pero estando en mi exilio talquino la lluvia se ha convertido en una tortura china para mi.
Tomando en cuenta que de por si caminar por la calle es una odisea, capeando a los ambulantes, la gente con sombrero de ala ancha y bolsas de La Bota Verde; en días como hoy hay que agregarle las posas de agua, los autos que chorrean todo y la gente que te pega con los palillos del paraguas.
Y como para guinda de la torta, los colectivos de demoran en pasar como si fueran buses rurales (agregue chiste redundante aquí), así que la mojada matutina es directamente proporcional al nivel de fastidio que llevo acumulado hasta el momento.
Ojalá ahora no nieve, el año pasado fue un circo... Y ojalá tampoco pase esto de la lluvia congelada... es increíble lo que se puede encontrar en wikipedia estando así de aburrida como lo estoy ahora.
Lo único que espero es no resfriarme, ya que lo más probable es que llegue al hospital con una gripe y salga operada de apendicitis. Si hay algo a lo que le tengo terror en este pueblito es al hospital. Supongo que a los niños acá les dicen que se coman toda la comida o si no se los van a llevar allá.. Brrrrrr...
Bueno, pero eso da para blog y medio más y ahora estoy lo suficientemente estresada, mojada y entumida como para seguir escribiendo.
Y se nota...